domingo, 20 de junio de 2010

Y vosotros ¿quién decís que soy yo?

De Redacción A.J. En el evangelio de este domingo Jesús dirige a sus discípulos una pregunta: «Vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Se trata de una pregunta existencial, una pregunta hecha en el marco de una relación de amistad y de seguimiento.

Cuando Pedro contesta a Jesús no está dando una contestación teórica. Está expresando una verdad vivida: Pedro confiesa que ha descubierto que en Jesús Dios se ha hecho presente, que Él es aquel a quien Dios ha enviado para hacer transparente su rostro entre nosotros, un rostro hecho de amor gratuito, comprometido, incondicional. Pedro está hablando de algo que ha descubierto siguiendo a Jesús y viviendo con El.

Los evangelios guardan el recuerdo de este episodio como invitación permanente a dejarnos interpelar por esta pregunta a la que hay que volver una y otra vez: ¿Quién es Jesús para nosotros? Es una pregunta radical porque va a la raíz y a la fuente de nuestro ser cristiano.
Primero porque nos la hace el mismo Jesús, con quien nos hemos encontrado, a quien queremos seguir. Segundo, porque, de nuevo, no es una pregunta “de catecismo”, sino que nos remite a nuestras motivaciones profundas y a nuestra experiencia vital de seguimiento.

Contestar esta pregunta, ahora igual que entonces, nos remite a la relación personal con Jesús, ¿qué hemos descubierto en Él que nos lleva a dar la vida por su causa? En ella se juega nuestra identidad cristiana, ni más ni menos: ¿Porqué somos cristianos?

Por eso la invitación de este domingo a plantearnos con verdad y hondura esta pregunta. Invitación a tomar conciencia de que ser cristiano no es ante todo seguir un programa ético -por más atrayente o exigente que éste sea- ni participar en cultos o ritos, ni sostener determinadas verdades religiosas. Ser cristianos es ante todo confesar que en Jesús hemos experimentado la salvación que viene de Dios.

Invitación también a tomar conciencia de que la respuesta realmente la damos con la vida porque no se trata de responder “correctamente”, sino vitalmente: ¿vivimos “perdiendo” la vida por la causa de Jesús?

No hay comentarios:

Publicar un comentario